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Muere Pau Dones, dejando un espíritu de lucha: «Prefiero pensar que estoy vivo, no que estoy enfermo»

Las dos últimas actuaciones de Pau Dones en Asturias tuvieron lugar a finales de mayo de 2017, donde presentaba su disco «50 palos», edad que había cumplido recientemente; y a mediados de noviembre del año siguiente en una de las últimas actuaciones antes de hacer un parón por un tiempo indeterminado, en los dos casos en Gijón. Con motivo de estas actuaciones, el cantante concedió dos entrevistas a LA NUEVA ESPAÑA en las que dio todo un ejemplo de cómo encarar la lucha contra el cáncer.

Una lección vital en la que el líder de «Jarabe de Palo» quitaba importancia a la enfermedad y prefería centrarse en la vida antes de su actuación en el Teatro Jovellanos: «Tengo como enfermedad el cáncer, como otro tiene hepatitis. Es una enfermedad peligrosa y a veces grave, pero convivo con ella. No lucho contra ella, no le dedico más de cinco minutos, y a pesar de estar ahí puedo hacer una vida casi como la que hacía antes. He dejado de beber y salir por la noche y me ha venido muy bien, y a partir de ahí sigo viviendo a mi manera. La música es mi recreo, un espacio muy importante en la vida», decía el cantante en la primera de esas dos entrevistas.

En ella también relató su especial vinculación con Asturias, donde vivió de los 3 a los 5 años por el trabajo de su padre: «Me encanta el queso cabrales. Bromas aparte, de los tres a los cinco años estuve viviendo en Oviedo por cuestiones de trabajo de mi padre. Y en aquella época aprendí a esquiar en Pajares. Cada vez que actúo en Asturias me encanta, y más en esta ocasión, porque es un formato especial de celebración que no se repetirá, y porque llevaba ya bastantes años sin venir».

Un año después, cuando encaraba una nueva actuación en Gijón, esta vez en el Teatro Albéniz, Pau Donés relataba a este periódico cómo encaraba su lucha contra la enfermedad que finalmente le ha causado la muerte hoy: «Yo no pretendo ser ejemplo de nada. Recuerdo que un amigo mío, ciego, me dijo un día: ‘qué día tan bonito hace’. No lo dijo de broma ni para vacilarme, sentía el sol en la cara, el olor del invierno. Y lo dijo al lado de un enfermo de cáncer, ¡imagínese! El cáncer es una enfermedad crónica, con la que hay que aprender a convivir. Es lo que yo hago, y ya está. No me gusta pensar que estoy enfermo, prefiero pensar que estoy vivo. Ahí está la diferencia».

En esta entrevista también reconoció que le tocaba a hacer un parón y alejarse un poco de los escenarios. Estos eran sus planes para los siguientes meses: «El futuro no existe, y el mío tampoco. Pero la dirección es la de continuar haciendo cosas por gusto, intentar ser cada día un poquito más feliz, estar contento conmigo mismo, con lo que hago, con la vida. La vida es una y ahora. Ese es mi proyecto: la vida. Da igual si en un escenario, en una playa o pasando una tarde en casa con mi hija. Lo importante es eso, hacer cosas que me complazcan. Tonto no soy, y sé que el 1 de enero, el primer día que no me subiré al escenario, echaré mucho de menos precisamente eso. Pero lo voy a conseguir, aunque tarde unos años. Seguiré componiendo, haciendo cosas, pero tocando no. El escenario, de momento, parado. Cuando me apetezca subir al escenario, iré a clase de baile o al gimnasio a hacer flexiones hasta que se me pase el mono».

También reflexionaba sobre lo que había supuesto para su vida conocer que tenía una enfermedad tan grave como el cáncer: «De golpe me di cuenta de que había vida inteligente más allá de la música y que había cosas que había dejado de hacer y que me apetecía mucho retomar: llevar a mi hija al cole, prepararle el bocata, irme a pasear con el perro y no tener que irme cada semana de casa, que al final acaba haciendo mella».