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‘Mujeres de barro Ayuujk’: taller de alfarería donde las mujeres rompen el machismo y la discriminación

Esa textura suave de color café que acaricia con sus manos y que transforma en figuras es su todo. Prisciliana Pérez Díaz tiene 84 años y es impulsora de un taller de alfarería tradicional en Santa María Tlahuitoltepec, Oaxaca, donde las mujeres son un ejemplo de organización y trabajo comunitario que ha roto el machismo y la discriminación.

Es madre de tres mujeres: Rufina, Eufrosina y Alberta Martínez Díaz, a quienes heredó esta sabiduría ancestral que también practican sus nietas.

En la alfarería, la artesana descubrió su fortaleza y el valor como mujer poderosa, así fue venciendo las desigualdades que ha enfrentado.

Ser ejemplo para sus tres hijas la impulsa a seguir creando figuras de barro, las cuales son conocidas a través de las redes sociales y en tiendas departamentales bajo la marca de “Alfarería y cerámica Ayuujk”.

“Hace 50 años, la mujer no tenía derecho a nada, nacer mujer pues era sinónimo de que iba a ser ama de casa y estar guardada, no teníamos derecho estudiar ni votar y tampoco a participar políticamente, entonces me refugié en el barro, dediqué mi vida en elaborar piezas y a mis hijas les inculqué lo mismo, hoy vemos como en este espacio la vida es más ligera, nos amamos, platicamos, y creemos que la mujer es poderosa, eso lo reafirmamos todos los días”, expresó.

En Tlahuitoltepec Mixe, la alfarería es parte de la manifestación cultural y cosmogónica de este pueblo enclavado en la sierra norte de Oaxaca, donde la música y la indumentaria gozan de importante aportación cultural.

Rufina Martínez Díaz de 62 años, es la primogénita de Prisciliana. Su primera lucha ha sido sobrevivir en su pueblo.

“Desde mi cotidianidad elaboro figuras y artesanías de barro, soy la encargada de ir por la materia prima a mi rancho y de ahí camino varias horas y lo traigo. Aquí mis hermanas y mi madre, junto con mis hijas nos ponemos a elaborar las figuras, es un deleite para nuestra vida que heredamos este oficio que visibiliza que la mujer no es débil, al contrario, es organizada y creativa”, indicó.

Durante los años de labor, ella ha mantenido la tradición ancestral y ha rescatado la importancia de las tradiciones que están en fuerte riesgo de perderse ante el llamado “desarrollo” que representa la industria del barro en serie, donde ya no se aplica la mente ni el corazón.

“La alfarería es algo tradicional, viene de la tierra y regresa con la tierra”, recalcó Rufina, quien añadió que elaborar piezas de barro es una forma de empoderar a la mujer para que obtengan su propio dinero sin depender de los demás.

Concepción es nieta de Prisciliana, su juventud inyecta dinamismo en el taller, como joven propone diseños nuevos para una mejor venta, sin perder de vista la calidad de los productos.

“Modelar el barro, esa masa color café, de nuestra piel, de la madre tierra, es algo impredecible, algo con el cual nacimos y nos da fuerza y valor, hemos crecido viendo a la abuela Prisciliana elaborar figuras, ese ejemplo es el que nos motiva a seguir creando más desde nuestro taller familiar de mujeres, un espacio independiente donde se privilegia la vida en igualdad”, expresó.