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«Los pensamientos suicidas desaparecieron»: la mujer que superó la depresión gracias a un implante en su cerebro

«Cuando estaba en lo más hondo de la depresión todo lo que veía era feo».

«Mi vida diaria se había vuelto tan limitada. Me sentía torturada cada día. Apenas me movía o hacía alguna cosa».

Así describe Sarah, una mujer de 36 años, como era su cotidianidad hasta hace poco más de un año, cuando se encontraba agotada por la depresión, tras intentar numerosos tratamientos fallidos durante los años previos que incluían la administración de pastillas e, incluso, terapia por electrochoque. Nada parecía funcionar.

«Había agotado todas las opciones posibles de tratamiento», señala.

Entonces, surgió la oportunidad de intentar algo distinto, una solución experimental nunca antes empleada en el mundo y que hasta la fecha solamente ha sido probada con ella.

Para ello, era necesario colocarle un dispositivo eléctrico en su cráneo, conectado con cables a su cerebro para poder detectar y tratar su severa depresión.

La cirugía a la que tenía que someterse podría sonar aterradora, pero Sarah asegura que la posibilidad de lograr «cualquier tipo de alivio» era mejor que la oscuridad en la que estaba viviendo.

Nunca antes nadie había sido sometido a un tratamiento semejante.

Había que insertar bajo el cuero cabelludo, una pequeña cajita que contenía una batería y un generador de impulsos eléctricos. Luego había que abrir pequeños agujeros en su cráneo para colocar los cables que darían seguimiento y estimularían su cerebro.

El procedimiento requirió de todo un día de trabajo. Se hizo utilizando anestesia general, por lo que Sarah estuvo inconsciente todo el tiempo.

Ella cuenta que al despertar, estaba eufórica.

«Cuando el implante fue activado por primera vez, mi vida dio un vuelco de inmediato. Mi vida volvió a ser placentera. A las pocas semanas, los pensamientos suicidas desaparecieron», afirma Sarah.

Un año más tarde, Sarah sigue estando bien y no padece de efectos secundarios.

«Este dispositivo ha mantenido mi depresión a raya, permitiéndome ser la mejor versión de mí misma y reconstruir una vida que merece la pena», afirma.
El dispositivo siempre está encendido, pero solamente envía impulsos cuando determina que ella lo podría necesitar.

Sarah indica que no puede sentir cuándo el dispositivo está funcionando, pero advierte: «Probablemente podría decirte que se activó unos 15 minutos después de que lo hiciera debido al estado de alerta o a la energía positiva que siento».