Un resto óseo de tan sólo 2.3 gramos sirvió para obtener un nuevo hallazgo en la investigación por la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
Con ese fragmento fue identificado el estudiante Christian Alfonso Rodríguez Telumbre, quien tenía 19 años de edad cuando desapareció en Iguala, Guerrero.
Esa evidencia, que corresponde a un hueso de su pie derecho, viajó de México a Viena, para que expertos del Instituto de Genética de la Universidad de Medicina de Innsbruck
—especializada en estudiar restos dañados— la analizaran y, finalmente, concluyeran que pertenece al joven desaparecido hace casi seis años.
El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) realizó un dictamen genético complementario y sus resultados coincidieron con los de los expertos de Innsbruck. Mercedes Doretti, directora para Centro y Norteamérica de este grupo argentino, destacó a El Heraldo de México que para este tipo de análisis se requiere un peso mínimo de los fragmentos.
Detalló que en la Barranca de la Carnicería fueron encontradas más de 130 piezas, de las cuales 32 eran claramente humanas, pero sólo dos, entre ellas, con la que se identificó a Christian Alfonso, no presentaban exposición al fuego.
Estos restos, y uno más que sí fue sometido a altas temperaturas, se enviaron a Viena.
Los dos fragmentos que no estaban quemados eran muy pequeños, uno de 1.6 gramos y el otro 2.3; de este último se obtuvo más ADN y es el que dio con las familias; del otro se pudo sacar muy poquito y no se pudo llegar a un resultado concluyente, y el tercero no dio nada”, explicó.
Destacó que la humedad y acidez del suelo de algunas partes de Guerrero dificultan la extracción de ADN, a diferencia de Ciudad Juárez, Chihuahua, donde los expertos han investigado feminicidios.
“Los especímenes analizados estaban en muy mala condición, vamos a volver a revisarlas, a la luz de estos resultados, para ver si podemos enviar algo más”, detalló.